martes, abril 11, 2006

Roberta viva


Roberta resucitó por aburrimiento, simplemente, no porque tuviera que cumplir una importante misión, como aparecérsele a alguien en especial o salvar alguna vida... del aburrimiento, claro; porque después de la muerte sólo había eso, aburrimiento. Roberta, que murió de pena, de insomnio, de estrés y también de un cáncer de pulmón, no tenía ni idea de cómo se las había apañado para regresar a la vida, pero ella, mujer de pocas preguntas, pensó que debía ser lo habitual cuando una se aburría después de morirse. Resucitó en plena calle y a la luz del día, nada de cementerios ni nocturnidades, le daban miedo, no fuera a ser que resucitara alguien a la vez que ella y le diera un susto de muerte.
Ocurrió un 26 de abril, había bastante gente porque era un día entre semana y a esas horas la gente normal salía del trabajo. Por suerte, Roberta no era muy normal que digamos y pasó totalmente desapercibida, porque como todo el mundo sabe la gente normal sólo ve a la normal porque tienen ojos normales y porque además les importa un carajo el resto. Pues eso, que Roberta resucitó y le hubiera encantado celebrarlo con alguien, pero no conocía a nadie que no se fuera a asustar de aquel evento. A decir verdad, Roberta no conocía a nadie, era una muchacha algo solitaria, por no decir solitaria del todo. Siempre llevó una vida bastante aburrida, dedicada a leer historias que le pasaban a otras personas, o imaginando cosas que podrían pasarle a ella, pero sólo imaginando, así podía tenerlo todo controlado, por eso son tan fantásticas las fantasías, porque siempre ocurre lo que se desea. De repente Roberta pensó que quizás la vida le estaba dando una segunda oportunidad para mejorarla: tener amigos, salir con alguien o hasta incluso enamorarse. Pero a Roberta todo eso se le hizo un mundo así que fue a la biblioteca no sin gran tristeza al darse cuenta de que había sido un error volver a la vida, ya que estar viva o muerta venía a ser lo mismo. Consiguió un buen libro y decidió perder el tiempo leyendo. Se sucedieron unas horas y como le ocurre a toda la gente, sea normal o no, le entró hambre. Se miró en los bolsillos, pero no llevaba nada, excepto un poco de aburrimiento que se había traído de ultratumba. Para ver si se le pasaba el hormigueo en el estómago se fue a dar un paseo. Al cabo de una hora el hambre se acrecentó y Roberta desesperada, echó mano de un poco del aburrimiento que llevaba en los bolsillos, le dio un pequeño bocado para ver que tal sabía, y ¡puaj! Le supo muy amargo, comenzó a sentir algo que no era otra cosa que el aburrimiento; se aburrió de tener hambre así que entro en un bar aunque no llevaba dinero y pidió un bocadillo de calamares. Y como ya he dicho que no tenía dinero, se zampó el bocadillo antes de que le pusieran la cuenta por delante.
- Cuatro euros – le dijo el camarero.
“ Qué caro” pensó Roberta. No sabía que hacer. Después de titubear unos minutos, llamó al camarero y discretamente, le dijo que no tenía dinero pero que le daba todo el aburrimiento que llevaba en los bolsillos. El camarero no sabía a donde mirar, pensó que Roberta era la loca del día. Pero ella se sacó del bolsillo el aburrimiento y lo puso sobre el mostrador para que el camarero lo viera. Éste, perplejo ante aquella cosa tan amorfa, cogió un poco y se lo acercó a la nariz para olerlo. Le entraron ganas de estornudar pero en lugar de eso vociferó lo aburrido que estaba de ser camarero y se fue sin despedirse. Y así fue como Roberta encontró su primer trabajo.


(continuará)

1 comentario:

ana dijo...

La Roberta es una pelma de mucho cuidado; acaba con ella de una puñetera vez!.
La Kafka tambien acabará tirándose por la escalera, porqué Dios existe!!